Juan 4: 46-53
46 Y volvió otra vez Jesús a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúm.
47 Cuando este hombre se enteró de que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a su encuentro y le suplicó que bajara a sanar a su hijo, pues estaba a punto de morir.
48 —Ustedes nunca van a creer si no ven señales y prodigios —le dijo Jesús.
49 —Señor —rogó el funcionario—, baja antes de que se muera mi hijo.
50 —Vuelve a casa, que tu hijo vive —le dijo Jesús.
El hombre creyó lo que Jesús le dijo, y se fue.
51 Cuando se dirigía a su casa, sus siervos salieron a su encuentro y le dieron la noticia de que su hijo estaba vivo.
52 Cuando les preguntó a qué hora había comenzado su hijo a sentirse mejor, le contestaron:
—Ayer a la una de la tarde se le quitó la fiebre.
53 Entonces el padre se dio cuenta de que precisamente a esa hora Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Así que creyó él con toda su familia.
Expectativas o Creer en Jesús
Muchas personas buscan a Jesús hoy para recibir las bendiciones del reino de los cielos, pero cuando dejan de recibir esas bendiciones dejan de creer en Dios.
Lo mismo ocurría en los tiempos de Jesús, Él era seguido por multitudes que al ver las señales que realizaba lo seguían y lo buscaban únicamente para que les hiciese algún milagro pero no para seguir sus enseñanzas.
Sabían que tenía poder para sanar enfermos y hacer toda clase de milagros, pero no creían que fuera el Hijo de Dios.
Les costaba creer que un hombre tan sencillo como Jesús fuese el salvador del mundo, el mesías; ellos tenían en su mente la idea de que el mesías llegaría a la tierra como un príncipe conquistador y no como un humilde carpintero.
Creer en Jesús verdaderamente
Para creer en Jesús, debemos dejar de lado nuestras expectativas humanas y creer y actuar con fe; lo que Jesús nos ofrece es más grande de lo que esperamos.
Hoy en día muchas personas cometen el mismo error, ya sea porque buscan a Dios solo cuando necesitan un milagro en sus vidas o porque buscan a Dios únicamente por las bendiciones que puedan recibir.
Podríamos resumir esa actitud como creo en las buenas y dudo en las malas.
Esta historia tiene una lección de fe que es muy fácil pasar por alto. El funcionario del Rey ya sabía que Jesús tenía el poder de sanar, por eso lo había buscado y le rogaba con insistencia que bajara con él hasta su casa.
Las palabras de Jesús tocaron su corazón de una manera muy profunda. “Ustedes nunca van a creer si no ven señales y prodigios” le dijo Jesús.
Jesús esperaba que él creyera en su poder antes de ver el milagro, para nuestro Señor no era necesario ir hasta donde estaba el joven enfermo; Jesús solo necesitaba que el padre creyese con fe y el milagro ocurriría al instante.
Señor —rogó el funcionario—, baja antes de que se muera mi hijo.
—Vuelve a casa, que tu hijo vive —le dijo Jesús.
El hombre creyó lo que Jesús le dijo, y se fue.
Decide creer en Jesús
La ciudad de Cana de Galilea donde se encontraba Jesús, estaba a 35 km de distancia de Capernaum, la ciudad donde se encontraba el joven enfermo.
Esta era una distancia que un hombre rico como el funcionario del rey podía recorrer en menos de 5 horas.
Así que él pudo llegar a su casa para ver si el joven enfermo había sanado, pero no lo hizo.
El funcionario creyó que Jesús había sanado a su hizo; tanto que no era necesario ir de regreso a casa al instante para verificarlo. Por el contrario regreso con calma y llego al día siguiente.
El padre sabía que su hijo había sanado, pero también sabia que Jesús era el Hijo de Dios, El Salvador de este mundo.
Cuando llego a su casa, sus ciervos le dijeron a que hora había empezado a mejorar el joven; a la 1 de la tarde le dijeron.
¿Te imaginas la confirmación de fe que sintió este hombre en su corazón?. Tal como él creía el joven había sanado en el instante que Jesús lo Dijo.
Entonces el padre se dio cuenta de que precisamente a esa hora Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Así que creyó él con toda su familia.
La familia no creyó que el Joven había sanado solamente. Ya había sanado, no necesitaban creer en eso dos veces. Creyeron que Jesús era el mesías. Creyeron en Jesús.
Vive tu fe
Hoy quiero invitarte a creer en Jesús, no solo en sus milagros y bendiciones sino en que Jesús es el Hijo de Dios que vino a salvarnos del pecado.
No te dejes llevar por la duda o por las multitudes que no creen en sus enseñanzas.
Jesús desea que vivamos una fe real que nos permita ver los milagros antes que ocurran. Si dejas tu vida en las manos de Dios y tienes una relación diaria con Él podrás experimentar cada día la paz y la tranquilidad que vivió este padre aquel día.
La Paz de saber que Jesús puede hacerlo todo por ti. No olvides que para el que cree en Jesús todo le es posible.