Juan 5:2-9



Hay en Jerusalén, cerca de la Puerta de las Ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. 
En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua, 
porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque y agitaba el agua; el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviera. 
Había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 
Cuando Jesús lo vio acostado y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo:
—¿Quieres ser sano?
El enfermo le respondió:
—Señor, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; mientras yo voy, otro desciende antes que yo.
Jesús le dijo:
—Levántate, toma tu camilla y anda.
Al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su camilla y anduvo.

Levántate y anda



El ministerio de Jesús se caracterizó además de sus enseñanzas por la cantidad de milagros y sanidades que realizo.
En esta historia vemos un milagro basado en la misericordia, uno de los pocos en los cuales Jesús sano sin tener en cuenta la fe que tenía la persona. 
Jesús sano a todo tipo de personas; ricos, pobres, personas con fe y aun aquellos que tenían poca fe. (Ver Episodio #22 Creer en Jesús)

Las personas que se acercaban al estanque para ser sanados lo hacían buscando una sanidad temporal, mientras que la sanidad que Jesús ofrece es eterna. 
En ciertos momentos, se agitaban las aguas de este estanque y se creía que esto se debía a un poder sobrenatural. Los habitantes de la ciudad creían que el primero que entrara  al agua después de ser agitadas sanaría de cualquier enfermedad que tuviese.

Una sanidad verdadera

No existe sobre la tierra un poder más grande que el poder de Dios; el único que puede ayudarnos a levantarnos y andar es Jesús.

Jesús observó un caso entre los enfermos que lo lleno de misericordia, era el de un hombre que había estado inválido durante treinta y ocho años.
Su enfermedad era en gran parte resultado de su propio pecado y considerada como juicio de Dios.

Este hombre enfermo había sufrido por largos años, estaba solo, sin amigos y sintiéndose lejos de la misericordia de Dios.
En muchas ocasiones había visto como se agitaba el agua, pero nunca había podido llegar más cerca que la orilla del estanque. Otros más fuertes que él se sumergían antes y en su estado no podía luchar con los demás y llegar primero. 

Cuando Jesús lo vio acostado y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo:
¿Quieres ser sano?

Levántate y anda con fe

Cuando conocemos a Jesús debemos obedecer su llamado. Levántate y anda

La forma como le respondió a Jesús indica que él quería ser sano, pero se acordó de todas aquellas ocasiones en las cuales lo había intentado y no lo había logrado. Así que resignado le contesto. 

“Señor, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; mientras yo voy, otro desciende antes que yo.”

Jesús no le pidió al enfermo que tuviese fe en Él, Él conocía su corazón y sabía que en este hombre aún había un poco de fe y la esperanza de algún día ser sano. 

Jesús le dijo:
Levántate, toma tu camilla y anda.

El enfermo se aferró con fe a la palabra que Jesús le había dicho, y sin dejar algún lugar a la duda, coloco toda su voluntad en Jesús, y así como el señor le había dicho ocurrió. 

¿Quieres ser sano?


El hombre podría haberse detenido a dudar, y haber perdido su única oportunidad de sanar. Pero creyó en la palabra de Jesús, y al obrar de acuerdo a lo que el Señor le había mandado recibió sanidad.

Jesús desea sanar todas las aflicciones que tiene el ser humano, ya sean  adiciones, enfermedades, problemas familiares o financieros. Todo aquello que afecte tu vida y te impida llegar a dar el 100% de tus capacidades son cosas que Jesús desea sanar.

Además, nuestro salvador es misericordioso, así que Él nos invita a levantarnos de la condición en la que nos encontremos. 
La plenitud que Dios nos ofrece por medio de Jesús cubre todos los aspectos de nuestra vida. Y aun cuando no tenemos fuerzas físicas o espirituales para salir de la condición en la que estamos nos da la fuerza para levantarnos y avanzar. 

Vive tu fe


Hoy quiero invitarte a creer en el poder restaurador y sanador de Jesús. Ese poder que puede ayudarte a levantarte y andar sin importar el tiempo o la dificultad que enfrentes. 

No esperes hasta sentir que eres diferente, sin importar el obstáculo que enfrentes, Levantate y anda, camina hacia Jesús. Si Él te hace la invitación es porque va a darte las fuerzas para lograrlo.

No olvides que solo debes creer y hacer la voluntad de Jesús. Si lo haces, te ocurrirá lo mismo que al paralítico y todo lo que Jesús prometa para tu vida se cumplirá. 

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