Mateo 18: 23-30
23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.
24 Cuando comenzó a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.
25 A este, como no pudo pagar, ordenó su señor venderlo, junto con su mujer e hijos y todo lo que tenía, para que se le pagara la deuda.
26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba diciendo: “Señor, ten paciencia conmigo y yo te lo pagaré todo.”
27 El señor de aquel siervo, movido a misericordia, lo soltó y le perdonó la deuda.
28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos que le debía cien denarios; y agarrándolo, lo ahogaba, diciendo: “Págame lo que me debes.”
29 Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y yo te lo pagaré todo.”
30 Pero él no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagara la deuda.
Diez mil talentos
Al estudiar esta parábola debemos meditar en el valor que tiene el sacrificio que hizo Jesús por nuestras vidas.
¿Si pudieses pagar el precio por tu salvación cuanto ofrecerías? O dicho de otra manera, si pudieses devolverle a Dios el favor que te ha hecho y pagarle por su sacrificio, ¿Cuánto le darías?
La realidad es que ningún valor en monedas humanas podría pagar por el sacrificio de Jesús. Tengamos en cuenta que Jesús, al morir en la cruz, pago el precio por todos los pecados de la humanidad. Y esto es lo que nuestro Señor deseaba enseñarle a sus discípulos con esta parábola.
No existe nada que podamos hacer para ganar la salvación. Y así como Dios nos ha tratado con tanta misericordia, debemos nosotros también tratar a quienes nos rodean. Si Dios te ha perdonado, perdona tú también a los demás. ¿Te ha dado Dios una nueva oportunidad?, haz también lo mismo con otros.
Para Meditar
Diez mil talentos equivalen a 342 toneladas de oro, una enorme deuda, imposible de pagar.
Una deuda inmensurable
Estudiemos en profundidad esta parábola. Un talento era una unidad de peso o de dinero usada por los griegos para medir el oro y la plata. No era una moneda en el estricto sentido de la palabra, sino un peso monetario y equivalía a 34,20 kg.
Notemos que en la parábola no se especifica si el talento es de oro o de plata. Pero Jesús es muy claro al decir que esta es una comparación con el reino de los cielos y no con asuntos meramente terrenales. Así que sabemos con certeza que se está refiriendo al oro y no a la plata. (Ver episodio Los tesoros del cielo)
El siervo le debe al rey diez mil talentos, es decir, 342 toneladas de oro. A día de hoy, 1 kilo de oro se vende al rededor de $56,573 dólares (Ver precios actuales). Así que toda la deuda de este siervo sería de 19,3 billones de dólares.
Sí, escuchaste bien, la deuda seria de alrededor 19,3 billones de dólares. Esto es muchísimo dinero. Ni en toda una vida podríamos pagar una deuda de este tamaño.
Es más, solo 15 países en el mundo tienen reservas de oro en sus bancos mayores a este valor.
Colombia, por ejemplo, solo tiene 18.9, México tiene 120 y Perú 34.7 toneladas de oro.
El precio por nuestra salvación
Los diez mil talentos en esta parábola representan el precio por nuestra salvación. Jesús quería mostrarle a sus discípulos la magnitud de su sacrificio y lo grande que es nuestra deuda con Dios.
Pero al mismo tiempo, quería dejarles claro que aunque no podemos pagar esta deuda con nuestras obras, Dios en su misericordia nos ha perdonado. Solo debemos acercarnos a Él por fe y reclamar su perdón.
Ya sabemos que la deuda es muy grande y no la podemos pagar, pero ¿existe algo que podemos hacer?.
Que tal si llenamos nuestra vida de buenas obras y regalamos todo lo que tenemos, o quizás nos dedicamos a predicar y sanar enfermos. ¿Será que eso pagará mi deuda?
22 Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” 23 Entonces les declararé: “Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!”
Perdonados por misericordia
En la parábola el siervo recibe el perdón de su deuda no porque hiciese algo específico o llenara sus vidas de buenas obras, sino porque el Rey tuvo misericordia con él y lo perdonó.
Lo mismo ocurre en nuestras vidas. Dios es misericordioso, y cada vez que nos acerquemos a Él recibiremos su perdón.
No porque hagamos algo, sino porque tenemos una relación con Él. Notemos que aquellos que son rechazados por Dios son los que no tienen una relación con Jesús.
Es por este motivo que todas las indulgencias y penitencias que pagan las personas para supuestamente estar bien con Dios no tienen ningún sentido.
Recitar 20 padres nuestros, o 10 ave marías no pagan el precio por nuestra salvación, además de que no tienen un fundamento Bíblico, no producen nada. Es Jesús quien nos ofrece la salvación, de manera gratuita, a todas las personas que crean en Él y vivan por fe en sus palabras.
Vive tu fe
Qué misericordioso es nuestro Dios. Cuando el mundo estaba perdido en el pecado y alejado de Él, nuestro Señor hizo todo lo que estuvo a su alcance para darnos una nueva oportunidad y comenzar de ceros.
Por eso hoy quiero invitarte a meditar en la misericordia de Jesús. Él siempre ha estado dispuesto a darlo todo por nosotros, inclusive perdonarnos y darnos una nueva oportunidad de vida eterna.
Así que vive cada día agradecido por el regalo que Jesús nos ha dado con su vida. El tesoro más valioso sobre el universo.
Fortalece tu comunión con Dios todos los días y estudia la Biblia con diligencia. No olvides que la esencia de nuestra salvación está en conocer a Jesús.