Lucas 14:25-27,33
25 Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les decía: 26 «Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27 El que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. 33 Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.
No puedes ser mi discípulo
Estas palabras de Jesús, no fueron populares en su época y tampoco lo son ahora. Pero a medida que estudiamos la vida de nuestro Señor, se hará más claro que Él tenía un deseo profundo porque nosotros entendiéramos lo importante de estar listos para su regreso (Ver estudio bíblico: La segunda venida de Jesús)
A tal punto, como dice aquí, que seamos capaces de dejar de lado aun nuestra propia vida. Pero esto no es fácil para el ser humano. Nuestra naturaleza es egoísta, inclinada siempre a satisfacer nuestros deseos. Así que estas palabras solo se pueden volver una realidad por fe, de lo contrario es imposible.
Dios es el único que puede colocar en nosotros tanto el querer como el hacer por su buena voluntad, Él es el único que puede darnos el poder necesario para vencer el pecado, nadie más.
13 Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
Pero ¿a qué se refiere Jesús cuando dice que debemos aborrecer a padre y madre, y aun nuestra vida?
La palabra que se usa aquí para aborrecer, es la palabra griega miseō, que se traduce también como ignorar, pasar por alto, ser indiferente, considerar con menos cariño, y también, amar menos. Pero el uso que le da Jesús a esta palabra es simplemente colocar en el segundo lugar y amar menos, que es lo opuesto al amor, que es colocar a Dios en el primer lugar.
Siempre debemos recordar que Dios no cambia, y no puede mentir. Ya Él mismo había dicho en Éxodo 20:12
12 »Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová, tu Dios, te da.
Así que tenemos la certeza de que Jesús no quiere que odiemos a nuestros padres, sino que nuestro amor por Él sea tan grande que esté por encima del amor que tenemos por nuestros seres queridos y que Él, Jesús, este siempre en el primer lugar. Si no podemos hacer eso, entonces no podemos ser sus discípulos.
Colocar a nuestros familiares en el segundo lugar es un principio que Dios ya había dejado desde la creación, veamos lo que dice Génesis 2:24
24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne.
Pero ¿qué debemos hacer si nuestros familiares y amigos no quieren seguir a Jesús?
Pues debemos escoger, entre seguir a Dios o seguir a los hombres.
La verdad de esto, es que muchas personas no van a poder entrar en el reino de los cielos porque no serán capaces de vivir con la presión social, de ser ridiculizados por sus propios seres queridos que no siguen a Jesús.
Y tampoco podemos olvidar, que eso es justamente lo que nos espera. Así como se burlaron de Jesús mientras Él llevaba su cruz, y lo despreciaron, así mismo lo harán con nosotros. A tal punto que las personas pensaran que le están haciendo un favor a Dios por cada uno de nosotros que muere.
21 El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo. Los hijos se levantarán contra los padres y los harán morir. 22 Seréis odiados por todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, éste será salvo.
1Estas cosas os he hablado para que no tengáis tropiezo. 2 Os expulsarán de las sinagogas, y aún viene la hora cuando cualquiera que os mate pensará que rinde servicio a Dios. 3 Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí.
Así que si queremos estar en el reino de los cielos, debemos hacer como dijo nuestro Señor, debemos tomar nuestra cruz y seguir cada pisada de Jesús por fe.
Vive tu fe
También debemos preguntarnos. ¿Estamos listos espiritualmente para entregar nuestra vida a Jesús? ¿Sufrir persecución y morir por Él si es necesario? Por qué, tal como dijo Jesús, si no somos capaces, entonces no podemos ser sus discípulos.
De la misma manera, nosotros debemos renunciar a todo lo que tenemos en esta vida y entregarnos por completo a Jesús. Debemos entender que las riquezas son un engaño, porque esta vida es pasajera y es en el reino de los cielos donde podremos vivir a plenitud, no aquí. (Ver reflexión: Los tesoros del cielo)
Como dijo Jesús, debemos dejarlo todo, no para no tener nada, sino porque la recompensa que nos espera es mucho mayor a todo lo que este mundo ofrece. Si no lo hacemos, no podemos ser discípulos de Jesús.
Y esta, es mi invitación para ti:
Entrega tu vida a Dios. Confía en las palabras de Jesús y vive por fe.
Colócalo siempre en el primer lugar de tu vida. Y si en algún momento tienes que elegir entre el mundo, las riquezas, tu trabajo, la familia y los amigos, o los deseos del mundo.
Toma tu cruz, deja todo esto atrás y sigue únicamente a Jesús.
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