Juan 1: 29-34
29 Al siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: ¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!
30 Este es de quien yo dije: “Después de mí viene un hombre que es antes de mí, porque era primero que yo.”
31 Y yo no lo conocía; pero por esto vine bautizando con agua: para que él fuera manifestado a Israel.
32 Además, Juan testificó, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y que permaneció sobre él.
33 Yo no lo conocía; pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Sobre quien veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo.”
34 Y yo lo he visto y testifico que este es el Hijo de Dios.
El cordero de Dios
Los judíos estaban familiarizados desde su niñez con el sistema de sacrificios. Toda su economía y el gobierno religioso de la nación giraba en torno al servicio dentro del santuario, donde diariamente se sacrificaban miles de animales para cumplir con las leyes levíticas.
Estas leyes habían existido desde antes de los días de Moisés. El mismo Dios realizó el primer sacrificio en el Edén cuando le dio vestiduras de pieles a Adán y Eva.
21 Y Jehová Dios hizo para el hombre y su mujer túnicas de pieles, y los vistió
Génesis 3:21
Asimismo, Caín y Abel también sabían del sistema de sacrificios que Dios enseñó a sus padres.
Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, y de la grasa de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda
Génesis 4:4
También Noé conocía a sobre los sacrificios. El mismo Dios le ordeno que llevara en el arca siete parejas de animales limpios para usarlos como sacrificio. Génesis 7:2 dice
2 De todo animal limpio tomarás siete parejas, cada macho con su hembra; pero de los animales que no son limpios, una pareja, un macho con su hembra.
Génesis 7:2
20 Luego edificó Noé un altar a Jehová, y tomando de todo animal limpio y de toda ave limpia, ofreció holocausto en el altar.
Génesis 8:20
Por esta razón, sabemos que el sistema de sacrificios estuvo vigente desde mucho antes de que existiera la nación de Israel.
El sacrificio más grande
Jesús es el cordero de Dios y no venía a este mundo a salvar a unos pocos, sino para pagar el precio necesario para la salvación de todas las personas que han existido. (Ver estudio bíblico El sacrificio de Jesús)
Desde la entrada del pecado en el mundo hemos estado en deuda constante con Dios.
Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Romanos 6:23
El único motivo por el cual seguimos con vida hoy en día, y el único motivo por el cual Adán y Eva no murieron en el Edén, es porque aquel cordero que sacrificó Dios para darles vestiduras de pieles simbolizaba a Jesús, el cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo al entregar su vida en la cruz.
Este sacrificio era tan grande que solamente alguien con el poder de crear y dar vida podía pagar el precio del pecado. Por esta razón, y ya que la paga del pecado es muerte, era necesario que Jesús muriera para salvar a la humanidad.
Lo más sorprendente de todo esto, es que Jesús tomo sobre sí mismo la carga de pagar este precio de manera voluntaria. Es más, de acuerdo con las escrituras, el día que Jesús murió, no murió como causa de sus heridas físicas, sino a causa de que Jesús entregó su vida.
17 Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida para volverla a tomar. 18 Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
Juan 10:17-18
Vive tu fe en Jesús
Ciertamente, Jesús es el cordero de Dios. Solamente Él podía pagar el precio por nuestra salvación.
Sin su sacrificio nuestra salvación sería imposible y estaríamos condenados a vivir bajo el reinado de satanás en esta tierra. Al comienzo de todo este conflicto cósmico entre el bien y el mal, ese era nuestro final, la muerte eterna.
Pero gracias al sacrificio de Jesús como cordero de Dios, existe una oportunidad de salvación. Claro está, esta salvación, aunque está disponible para todos, depende de nosotros.
Ya Jesús dio su vida en la cruz, la entregó de manera voluntaria y venció a satanás al vivir una vida sin pecado. Pero depende de ti y de mí seguirle todos los días de nuestra vida con fe en sus palabras y en su vida.
Si no entregamos nuestra vida a Jesús, de nada va a valer la oportunidad de salvación que nos ha regalado. Es por esto que quiero invitarte a que constantemente entregues todas tus cargas a Jesús. No permitas que las tradiciones del mundo, y las falsas enseñanzas que están alejadas de lo que dijo Jesús, te alejen de nuestro Señor.
Enfócate en estudiar las palabras de Jesús como el verdadero pilar de tu fe. Dedica un tiempo especial, que valga la pena y que sea sustancioso para orar a Dios. No olvides, Jesús es el cordero de Dios. Murió por ti para que puedas tener una oportunidad de vida eterna.