Mateo 7:7-14



Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá, 
porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 
¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 
10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? 
11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? 
12 Así que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos, pues esto es la Ley y los Profetas.
13»Entrad por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;  
14 pero angosta es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

La puerta angosta



Como cristianos estamos llamados a tener una relación activa con Dios, donde nuestra fe es más que solo un pensamiento y se convierte en una realidad presente todos los días. 

Jesús quería enseñarle a sus discípulos que nuestro caminar con Dios es tan real como la relación que tenemos con nuestros padres terrenales. 
En muchas ocasiones como seres humanos estamos tentados a solo creer en las cosas que vemos de manera física, así que para muchas personas es muy difícil vivir una fe que sea real en sus vidas. 

Notemos que Jesús comienza su enseñanza hablando de tres acciones y no tres pensamientos: pedir, buscar y llamar. 

Para meditar

Solo existe un camino de salvación, la puerta angosta, además de que es pequeña y son pocos los que andan por ella, hay que encontrarla.

Pedir, Buscar y Llamar


Para poder pedir algo tienes que conocer a quien le pides y poder comunicarte con la persona. En este caso, debes siempre tener presente que Dios es el único a quien te debes acercar en oración.
Muchas personas hoy le oran a santos e ídolos, pero en ninguna parte de la Biblia enseño Jesús que debiéramos orarle a alguien diferente que a Dios. (Ver episodio #17 La oración)

Pero pedirle a Dios que te ayude en la dificultad o necesidad que tienes, no sirve de nada si no te mueves y haces aquello por lo que pediste. 

El objetivo de Dios no es llenarnos de bendiciones nada más, su objetivo es invitarte a que tengas una comunión con Él, no por interés sino por amor.
Dios siempre estará dispuesto a tener una relación contigo mientras tú le des la oportunidad. 

Vivir por ejemplo


Jesús ilustra esta enseñanza comparando nuestra relación terrenal. Aun los hombres más malos que han existido, fueron buenos con alguien, ya sea sus esposas e hijos o en algunos casos amantes o compañeros. 
Pero el punto aquí es que si un ser humano malvado y lleno de pecado es capaz de hacer algo bueno por alguien, cuanto más Dios que es amor. 

Así que nosotros mismos deberíamos ejemplificar eso en nuestras vidas, si Dios es nuestro padre; deberíamos vivir desde ya como herederos del reino de los cielos.
No debemos esperar hasta la segunda venida de Cristo para vivir como Dios espera de nosotros. Si verdaderamente buscamos a Dios de corazón, deberíamos tratar a nuestros semejantes como nos gustaría que lo hicieran con nosotros. 

Esforzaos a entrar por la puerta angosta, porque os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: “Señor, Señor, ábrenos”, él, respondiendo, os dirá: “No sé de dónde sois.”

Las dos puertas


Jesús hace aquí un aparente cambio de tema en su enseñanza, pasa a hablar de nuestra relación con Dios y lo que le pedimos a hablar de la salvación. 

Nuestro Señor quiere que tengamos claro que nuestra salvación es lo más importante que existe, nada de lo que hemos vivido tiene algún valor si el día que Cristo venga perdemos nuestras vidas. 

Jesús ilustra esto, diciendo que solo hay dos caminos en esta vida. Está la puerta ancha y la puerta angosta. 
La puerta ancha lleva la perdición, mientras que la angosta lleva a la vida eterna. Pero notemos que todos aquellos que viven una vida sin Jesús ya están en la puerta ancha, no hay un camino intermedio como enseñan muchos. 

La puerta ancha


Alguna vez has escuchado a algunos que dicen; “yo no hago nada malo, yo no robo, no mato como hacen otros, no le hago mal a nadie.” 
Por supuesto, Dios no desea que le hagamos mal a nadie, pero eso es lo mínimo que como seres humanos debemos hacer. Hasta los animales que no tienen nuestra misma inteligencia pueden decir lo mismo, yo no le hago mal a nadie. 

Dios desea que hagamos el bien. Que vivamos una relación real con Él que nos lleve a compartir nuestra fe con los demás. Una vida donde le pidamos a Dios, lo busquemos de corazón y llamemos a otros a que lo sigan también. 

Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

La puerta angosta


La puerta angosta tiene una particularidad, además de que es pequeña y son pocos los que andan por ella, hay que encontrarla.
Esto indica que no podemos tener esa actitud de inactividad con Dios de decir, yo no le hago mal a nadie. Dios desea que te muevas, que pidas, que busque y que llames a otros a encontrar la puerta angosta. 
Cuando la encuentres no podrás quedarte en silencio. Así como los padres terrenales son buenos con sus hijos Dios te llevara a compartir con otros el camino angosto que has encontrado. 

No pienses que el camino angosto no es atractivo por ser pequeño. Es angosto porque Jesús desea que andemos en él detrás de sus pisadas, caminando por donde Él ya anduvo. 

Vive tu fe


Hoy quiero invitarte a caminar por la puerta angosta, aquella que lleva a la vida eterna. Qué hermoso saber que cuando caminas por ella todos los pasos que des están seguros porque Jesús ya camino antes por allí.
Nuestro señor es el guía fiel que nos llevara al reino de los cielos porque solo Él conoce al camino, así que hoy puedes estar tranquila y tranquilo porque Jesús siempre irá delante de nosotros. 

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