Mateo 3:1-11
1 En aquellos días se presentó Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea.
2 Decía: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca».
3 Juan era aquel de quien había escrito el profeta Isaías:
«Voz de uno que grita en el desierto:
“Preparen el camino para el Señor,
háganle sendas derechas”».
4 La ropa de Juan estaba hecha de pelo de camello. Llevaba puesto un cinturón de cuero y se alimentaba de langostas y miel silvestre.
5 Acudía a él la gente de Jerusalén, de toda Judea y de toda la región del Jordán.
6 Cuando confesaban sus pecados, él los bautizaba en el río Jordán.
7 Pero, al ver que muchos fariseos y saduceos llegaban adonde él estaba bautizando, les advirtió: «¡Camada de víboras! ¿Quién les dijo que podrán escapar del castigo que se acerca?
8 Produzcan frutos que demuestren arrepentimiento.
9 No piensen que podrán alegar: “Tenemos a Abraham por padre”. Porque les digo que aun de estas piedras Dios es capaz de darle hijos a Abraham.
10 El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no produzca buen fruto será cortado y arrojado al fuego.
11»Yo los bautizo a ustedes con agua para que se arrepientan. Pero el que viene después de mí es más poderoso que yo, y ni siquiera merezco llevarle las sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.
El reino de los cielos está cerca
La última vez que un profeta se había levantado en la tierra de Israel había sido 400 años antes de la predicación de Juan en Bautista.
El pueblo se encontraba en conmoción, ya que después de la predicación de Malaquías, que había sido el último profeta, no se había escuchado en la nación las buenas nuevas del evangelio. Eran muy pocas las personas en Israel que conservaban aún la fe original que Dios había deseado para ellos.
La predicación de Juan se caracterizaba por ser sencilla, pero a su vez era tan profunda y tenía tanto impacto que multitudes de todas las regiones de Israel acudían diariamente a escucharlo.
Esta sencillez, tanto en su estilo de vida como en su predicación, era un contraste muy fuerte con los líderes religiosos de la nación. Sus palabras guiadas por Dios llegaban a los corazones de las personas y los movía al arrepentimiento.
Muchos en el pueblo reconocían que Juan era profeta y que como nación se habían alejado de Dios y que debían volver a vivir el evangelio eterno.
Los líderes de la nación, por otra parte, no creían en Juan porque no tomaban su mensaje como venido de Dios. Creían que por su posición estaban por encima de él. Se sentían acusados por juan y, por lo tanto, tenían odio contra él a causa de su mensaje.
Este era el mensaje de Juan.
2 Decía: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca».
Mateo 3:2
Arrepiéntanse, el reino de Dios está cerca
Juan invitaba al pueblo, al arrepentimiento; a volver sus corazones y sus vidas a Dios. Un corazón arrepentido no es capaz de hacer daño a su prójimo, de causar dolor al necesitado o de buscar su propio beneficio. Era necesario que antes que llegara Jesús, el pueblo dejara las costumbres del mundo para poder recibirlo como Mesías.
Dios deseaba enseñarle al pueblo por medio del testimonio de Juan, que para recibir a Jesús necesitaban un corazón limpio; necesitaban volver a los caminos antiguos y que Él estaba dispuesto a perdonar a todo aquel que quisiese recibir ese perdón.
Antes de escuchar de Jesús, el pueblo necesitaba reconocer que se habían alejado de Dios y que sus vidas se habían convertido en una constante lucha por las cosas materiales en vez de buscar el reino de los cielos
Era necesario, que buscaran a Dios de corazón y dejasen de lado todo aquello que los aferrara a esta tierra donde todo perece.
Si Juan el Bautista viviese hoy, su predicación sería la misma porque vivimos bajo las mismas condiciones. Un mundo alejado de Dios, que en su mayoría no cree en Jesús. Una sociedad llena de prejuicios e injusticias; en un mundo donde la violencia, el egoísmo, y el dolor son el pan de cada día.
La misma necesidad de volver a Dios que existía en aquellos tiempos es necesaria hoy.
Para Meditar
Si el reino de los cielos está cerca, debemos tener nuestra mirada fija en nuestra recompensa, y no permitir que nada en esta tierra quite nuestra atención de Jesús
Vive tu fe
Y esto es lo que Dios desea para nosotros, que seamos partícipes con Él de su reino. Que volvamos a sus caminos y andemos por la senda angosta; siguiendo fielmente las pisadas de Jesús, viviendo bajo sus enseñanzas. (Ver estudio bíblico El reino de los cielos)
No existe mejor camino que este.
Tener nuestra mirada fija en el reino de Dios es lo único que nos puede ayudar a recibir a Jesús en nuestras vidas. Si no lo hacemos, las preocupaciones de nuestro diario vivir van a seguir ocupando la mayor parte de nuestro tiempo y no tendremos fuerzas ni voluntad para tener una relación con Dios.
Es por esto que Dios desea nuestro arrepentimiento, por que si continuamos en el camino del mundo volveremos tarde o temprano a nuestra misma condición. Buscaremos a Jesús por unos días, pero cuando las ocupaciones del día a día vuelvan se irán con ellas nuestro caminar con Dios
Hoy Jesús quiere hacernos la misma invitación que hacía Juan, entrega tu corazón a Dios día a día. No te dejes distraer por las preocupaciones de esta vida, recuerda que Dios desea satisfacer todas tus necesidades y tiene el poder para hacerlo. Si tienes cargas difíciles de llevar, entrégalas a Jesús, Él está dispuesto a llevarlas por ti.
Y por sobre todo, no olvides que este mundo no es nuestra casa; nuestra ciudadanía está en el reino de los cielos.