¿Alguna vez te has preguntado qué ocurrirá en el futuro? ¿Qué será de tu vida, tu trabajo, tu familia y seres queridos? O ¿Qué pasará con todas las cosas a las que le has dedicado tiempo y esfuerzo? Esto fue lo que Dios nos reveló con el sueño de Nabucodonosor, rey de Babilonia.
Una noche, antes de dormir, el rey se encontraba en su palacio admirando lo majestuoso de la ciudad, y se preguntaba a sí mismo ¿Cuánto tiempo duraría aquella era dorada? ¿Qué pasaría con su poderoso imperio cuando él desapareciera?
Con estas preguntas en mente, el poderoso Nabucodonosor se fue quedando dormido. Esa noche, la vívida imagen de un gigantesco hombre de metal apareció en su mente; en medio de un panorama multicolor, algo que nunca antes había experimentado.
Arrojando sus cobijas, el rey saltó de la cama y ordenó a gritos a sus guardaespaldas: “Hagan venir de inmediato a todos los magos y astrólogos. ¡Tengo que saber el significado de este sueño!”
Y el rey les dijo: He tenido un sueño, y mi espíritu se ha turbado por saber el sueño.
El sueño de Nabucodonosor
Uno de los falsos profetas respondió con aire de suficiencia: “Di el sueño a tus siervos y nosotros te daremos la interpretación”.
Pero como ocurre a menudo con los sueños, los detalles se habían vuelto borrosos en la mente de Nabucodonosor. Estos hombres habían pretendido poseer discernimiento divino, pero el rey estaba comenzando a dudar de sus habilidades. Esta sería una prueba perfecta.
“¡Díganme el sueño y su interpretación, y serán recompensados!”, dijo el rey a sus consejeros. “¡De lo contrario, los voy a descuartizar y voy a convertir sus casas en basureros!”
Los magos y astrólogos no tuvieron más remedio que admitir que eran incapaces de explicar el sueño del rey, sin haberlo escuchado primero. Furioso con estos impostores, el rey ordenó reunir a todos los sabios de Babilonia para ejecutarlos. Sin embargo, Dios tenía una persona en Babilonia que podía explicar el sueño del rey.
En este sueño de la imagen del metal, Dios le mostró al rey todos los milenios futuros; el surgimiento y la caída de los imperios que tendrían una influencia directa sobre Su pueblo.
Esta profecía nos muestra que Dios tiene el control sobre todo lo que ocurre en esta tierra. Nada se escapa de su poder.
Los astrólogos y magos de Babilonia pretendían tener poderes sobrenaturales, pero cuando no pudieron revelar el sueño al rey, demostraron ser unos impostores impotentes.
Si el rey hubiera recordado el sueño, simplemente hubieran inventado una falsa interpretación. Así que en su ira, Nabucodonosor ordenó que todos los sabios fueran ejecutados, aun aquellos que no estaban presentes.
Entre los ausentes en esta primera reunión con el rey, había un cautivo temeroso de Dios llamado Daniel, quien acababa de completar su entrenamiento para el servicio del rey.
Daniel solicitó a Nabucodonosor un poco de tiempo, y le prometió que él revelaría el sueño y su significado. El rey, quien aún estaba desesperado por conocer la importancia de la visión, le concedió a Daniel su petición.
Entonces Daniel y sus amigos apelaron a la única Fuente que podía revelar el sueño del rey. Oraron al Dios del cielo.
El levantamiento y caída de los imperios podría parecer que ocurre por la voluntad de los hombres, pero la oración de alabanza de Daniel claramente revela la esencia de la intervención divina. Nada ocurre sin que Dios ya lo sepa y sin que él lo permita
A veces no entendemos lo que está ocurriendo en nuestro mundo hoy, o por qué; pero es reconfortante saber que Dios es todavía el soberano. Únicamente Daniel pudo revelar el sueño de Nabucodonosor; sin embargo en forma muy clara él le dio el crédito a aquel que le reveló el sueño, el Dios del cielo.
La primera cosa que Dios mostró en el sueño de Nabucodonosor fue una imagen grande compuesta de los siguientes metales:
1. La cabeza era de oro.
2. El pecho y los brazos eran de plata.
3. El vientre y los muslos eran de bronce.
4. Las piernas eran de hierro.
5. Los pies eran de hierro y barro.
Luego el rey vio una piedra que había sido cortada no con mano humana. Hasta este momento el rey Nabucodonosor estaba, sin duda alguna, cautivado por el relato de Daniel, quien le presentó el sueño exactamente tal como Dios se lo había mostrado.
Ahora el rey estaba a la expectativa, preguntándose cuál sería el significado del sueño. Daniel procedió a explicarle la interpretación tal como el Señor se la había revelado, y nosotros haríamos bien en aceptarla de la misma manera. La única forma segura de interpretar la Biblia y las profecías es permitirle a la Biblia explicarse a sí misma.
El rey era considerado la cabeza del estado, como los presidentes y jefes de estado de hoy en día. Es por esto que Nabucodonosor representaba a Babilonia, el imperio con que se inicia la profecía. Neo-Babilonia gobernó al mundo desde el año 612 hasta el 539 antes de Cristo, como uno de los imperios más poderosos de la antigüedad, uno que puede muy adecuadamente describirse como la cabeza de oro. Notemos que la profecía comienza en el tiempo de la vida de Daniel.
La supremacía de Babilonia no duraría para siempre. Reinos subsiguientes, inferiores a Babilonia, se levantarían y gobernarían. Del mismo modo en que la plata es inferior al oro, el reino que siguió a Babilonia disfrutaría de menor gloria.
Dirigido por Ciro en el año 539 antes de Cristo, el Imperio Medo-Persa conquistó Babilonia y la redujo a ruinas. Los Medos y los Persas fueron el poder mundial gobernante entre los años 539 y 331 antes de Cristo. Durante aquel reinado, todos los impuestos debían pagarse en plata.
El reino de bronce de Grecia alcanzó el poder cuando Alejandro Magno derrotó a los Medos y a los Persas en la batalla de Arbela en el año 331 antes de Cristo. Grecia permaneció en el poder hasta el año 168 antes de Cristo. Los soldados griegos eran llamados “gente enchapada en bronce” porque sus armaduras estaban hechas de ese metal. Notemos que cada metal subsiguiente que aparece en la imagen es de menor valor, aunque más resistente y fuerte que el anterior.
La férrea monarquía de Roma conquistó a los griegos en el año 168 antes de Cristo, y disfrutó de la supremacía mundial hasta que Roma fue capturada por los ostrogodos en el año 476 después de Cristo. Roma era el imperio que dominaba al mundo cuando Jesucristo nació.
Notemos cómo Dios a través de Daniel predijo, mil años de historia universal, con precisión quirúrgica. El surgimiento y la caída de estos cuatro imperios: Babilonia, Medopersia, Grecia y Roma fueron claramente predichos en la Biblia y se puede comprobar hoy por los libros de historia.
Cuando el Imperio Romano comenzó a derrumbarse en el año 476 después de Cristo, no fue conquistado por otro poder mundial. En cambio, tribus bárbaras conquistaron el Imperio Romano y lo dividieron tal como Daniel lo había profetizado.
Diez de estas tribus llegaron a ser la Europa moderna: Los ostrogodos, visigodos, francos, vándalos, alemanes, suevos, anglosajones, hérulos, lombardos y burgundios. Siete de estos pueblos todavía existen en Europa. Por ejemplo, los anglosajones dieron origen a los ingleses, los francos llegaron a ser los franceses y los lombardos se convirtieron en los italianos.
Mediante matrimonios, alianzas y tratados, los hombres han intentado en vano reunificar al continente europeo. A lo largo de la historia, líderes como Carlo Magno, Napoleón, el Káiser Guillermo, Mussolini y Hitler han luchado por edificar un nuevo imperio europeo; pero estas palabras de las Escrituras han detenido a cada posible líder mundial.
Apocalipsis 13 nos dice que habrá otro intento de establecer una religión universal, pero la profecía de Daniel declara que el mundo permanecerá políticamente dividido por el resto de la historia de la tierra.
El próximo gran reino universal será el reino de los cielos.
Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, 32 y serán reunidas delante de él todas las naciones; entonces apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda. 34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo,
La piedra, que fue cortada sin intervención humana, representa al reino de Dios. No será un conglomerado de reinos humanos, sino un reemplazo total. (Apocalipsis 21:1).
Las Escrituras declaran que cuando Jesucristo regrese a la tierra, consumirá completamente todos los reinos de la tierra y establecerá un reino eterno (Daniel 2:44).
¡Qué emocionantes noticias! ¡Jesucristo viene otra vez! (Ver: La segunda venida de Jesús)Toda la historia está moviéndose hacia esa gran conclusión, cuando Jesús vuelva en toda su majestad para implantar el reino de los cielos. El rey Nabucodonosor quizás pensó haber derrotado al verdadero Dios, cuando sitió a Jerusalén y saqueó el templo (Daniel 1:1,2), pero se le mostró rápidamente que Dios gobierna sobre todos.
Los eventos humanos están bajo Su control, y finalmente Él alcanzará la victoria en el conflicto. Babilonia, Medopersa, Grecia, Roma y las 10 divisiones del Imperio Romano pueden haber procurado usurpar la autoridad divina y destruir al pueblo de Dios; pero todos los reinos terrenales serán finalmente aplastados por la venida de Cristo. ¡Gracias a Dios, él ganará en el gran conflicto!
Habiendo visto que Dios tiene un control completo sobre los eventos terrenales, aún Nabucodonosor reconoció voluntariamente que el Dios a quien Daniel servía estaba por encima de los dioses paganos de Babilonia.
¡Cuán rápidamente cambió el cuadro! Daniel y sus amigos, debido a su fidelidad a Dios, fueron elevados de su cautividad inicial en Babilonia a posiciones de prominente liderazgo en el reino (Daniel 2:48.49). Esto nos ejemplifica fielmente como Dios honra a los que lo honran (1 Samuel 2:30).
Vive tu fe
En un mundo lleno de tanta incertidumbre, el sueño de Nabucodonosor nos ayuda a confirmar con toda seguridad que Dios está al control de todo lo que ocurre en nuestro planeta.
Si Dios en todo su poder puede controlar los tiempos y las edades, también puede dirigir tu vida. Lo único que se interpone entre tu vida y el poder de Dios es que tomes la decisión de seguirlo y vivir una vida por fe en sus palabras.