El Espíritu Santo, nuestro Consolador
Uno de los temas más difíciles de entender para muchos cristianos es la naturaleza y la labor del Espíritu Santo. Y a pesar de la cantidad de textos bíblicos explicando esto con muchos detalles, muchas personas siguen aún sin entender la plenitud de las escrituras.
Este es uno de los objetivos de la Babilonia espiritual y el anticristo. El papado desea que no tengamos un verdadero conocimiento de quien es el Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo es el verdadero representante de Jesús en la tierra. Y mientras más personas crean erróneamente que es solamente una fuerza, mucho mejor para Satanás.
Es por esto que en esta lección estudiaremos que enseña la Biblia sobre el Espíritu Santo, los dones espirituales y las falsas doctrinas que enseña Babilonia sobre este tema.
¡No olvides orar antes de estudiar tu Biblia!
La Biblia enseña que Dios es el alfarero y nosotros somos vasijas de barro (Jeremías 18:1-6) (Romanos 9:20-21). Cada persona es creada con un propósito. El aceite es usado en la Biblia como un símbolo del Espíritu de Dios.
El aceite puro de oliva era utilizado para mantener las lámparas encendidas en el templo hebreo, lo cual es una ilustración de cómo el Espíritu Santo ilumina nuestras mentes. De la misma manera, es el deseo de Dios llenar a todo su pueblo con su Espíritu
Después de esto derramaré
mi espíritu sobre todo ser humano,
y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas;
vuestros ancianos soñarán sueños,
y vuestros jóvenes verán visiones.
El apóstol Pedro declaró que mentirle al Espíritu Santo es mentirle a Dios. Más aún, Jesús nos ordenó bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28:19-20), indicando así que el Espíritu Santo es la tercera persona de la Deidad, colocado en plena igualdad con el Padre y el Hijo.
La Biblia también afirma que podemos contristar (es decir, afligir, entristecer o apesadumbrar) al Espíritu, lo cual significa que tiene emociones. Él no es simplemente una fuerza impersonal. En las Escrituras el Espíritu es llamado Consolador, Espíritu Santo, Espíritu de verdad, Espíritu del Señor, los siete Espíritus de Dios, y simplemente el Espíritu. Todos estos títulos denotan que tiene una personalidad real.
Jesús prometió estar con nosotros siempre, y es mediante la persona del Espíritu Santo que Él está con nosotros y en nosotros. Además, por medio del Espíritu Santo recibimos la sabiduría necesaria para entender las cosas espirituales.
Sin Su labor sería para nosotros imposible entender las escrituras
La blasfemia contra el Espíritu Santo no es una ofensa aislada, sino una resistencia progresiva a la verdad, que resulta en el rechazo final de la voluntad de Dios (Hebreos 10:26-27). La conciencia se endurece cuando la persona descuida y se opone repetidamente a la influencia del Espíritu Santo, hasta que ya no oye su voz.
Por lo tanto, una persona que persistentemente teme haber cometido el “pecado imperdonable”, es muy probable que no lo haya cometido.
Cuando el Espíritu Santo llega a nuestras vidas, nos concede diferentes dones, pero no todos recibimos los mismos dones (1 Corintios 12:29-31). Las Escrituras a menudo enfatizan la importancia de ser llenos del Espíritu. Jesús enseñó en Juan 3:5 que “el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”.
Tristemente, el Espíritu Santo y su obra son a menudo malentendidos. A algunos se les enseña que el Espíritu Santo es una fuerza impersonal; otros niegan su influencia en los asuntos cotidianos de la gente; y a otros hasta se les enseña, que el que está lleno del Espíritu Santo debe hablar en lenguas por obligación.
Como en los días de la Iglesia Cristiana primitiva, el don de lenguas nuevamente ha llegado a ser objeto de confusión y controversia. Por lo tanto, hemos dedicado una porción considerable de esta lección para explicar lo que la Biblia enseña acerca de este don espiritual.
En la Biblia, la palabra “lengua” simplemente significa “idioma”. Los discípulos de Jesús eran hombres inteligentes, pero la mayor parte de ellos no tenían educación formal.
Para ayudarles a llevar el evangelio a todo el mundo, Jesús prometió darles el don sobrenatural de hablar idiomas extranjeros; los cuales no habían estudiado ni conocido antes.
El día del Pentecostés era un día santo para los judíos. Se celebraba 50 días después de la Pascua. Judíos devotos de todo el mundo venían a Jerusalén a adorar en ese día. Mediante su Espíritu, Dios les concedió el don de lenguas en aquel momento, con el objetivo de capacitar a los discípulos, para que pudieran compartir el evangelio con aquellas personas en sus propios idiomas.
Así, los que creyeron, lograron llevar consigo las buenas nuevas al regresar a sus respectivos lugares
de origen.
A veces se sugiere que el don de lenguas es un “idioma celestial” entendido únicamente por Dios o por aquellos que tienen el don de interpretación.
La Biblia muestra claramente, que tanto los discípulos como los que escuchaban, entendían lo que se estaba predicando: “las maravillas de Dios”.
Hay solamente tres ejemplos en la Escritura de personas que hablaron en lenguas. Ya vimos el primero; ahora examinemos los otros dos para obtener una visión más clara acerca de este don.
Cornelio era de la compañía italiana (Hechos 10:1), mientras que Pedro era judío y hablaba arameo. La historia también nos dice, que los siervos de un hogar romano, podían ser de diversas partes del mundo. De modo que varios idiomas estaban representados en aquella reunión.
Sin embargo, cuando el Espíritu Santo cayó sobre Cornelio y los miembros de su casa, los que acompañaban a Pedro pudieron darse cuenta de que ellos estaban hablando en idiomas diferentes a sus idiomas maternos. Los escuchaban “magnificando a Dios” en esos idiomas.
Cuando más tarde se informó de esta experiencia a los líderes de la Iglesia de Jerusalén, Pedro dijo: “Cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio” (Hechos 11:15).
Cornelio y los de su casa recibieron el mismo don de lenguas, que los discípulos habían recibido el día de Pentecostés. Ellos hablaron en idiomas que se podían entender.
Pablo, el más educado de los apóstoles, y el que más había viajado, hablaba muchos idiomas (1 Corintios 14:18). Cuando el Espíritu Santo vino sobre estos 12 hombres de Éfeso, Pablo y Lucas pudieron entenderles, aunque profetizaban en idiomas que los apóstoles no conocían.
Pablo explica repetidamente que el propósito de una lengua (idioma) es comunicar o enseñar la verdad. La palabra griega “desconocida” no se encuentra en ninguno de los manuscritos bíblicos originales, si no más bien fue añadida por los traductores para indicar que el idioma era extraño para la mayoría de los presentes.
La iglesia en Corinto era un crisol de diferentes nacionalidades, y a veces las reuniones religiosas se volvían confusas cuando los miembros oraban, testificaban o predicaban en idiomas desconocidos por los demás presentes. Por eso Pablo les ordenó que guardaran silencio cuando hablaran en un idioma desconocido para la mayoría, a menos que hubiera alguien que tradujera (1 Corintios 14:28).
La lección para nosotros hoy es, que no debemos hablar en un idioma que los presentes no puedan entender. Y mucho menos balbucear palabras sin sentido.
La torre de Babel fue el lugar donde el lenguaje del mundo fue confundido por primera vez. La palabra hebrea tanto para Babel como para Babilonia es “babel”, que significa confusión.
En Apocalipsis 18, Dios llama a su pueblo a salir de la Babilonia espiritual. Y una de las características de la Babilonia espiritual es la confusión de sus creencias.
No. El tremendo poder del Espíritu Santo no puede morar en aquellos que rehúsan obedecer los mandamientos de Dios. (Ver lección: La ley de Dios)
A pesar de que Pablo le daba más importancia al don de profecía, que al don de lenguas, algunos hoy enseñan que la persona “llena del Espíritu Santo” tiene que hablar en lenguas. De entre más de 25 ejemplos bíblicos de personas a quienes Dios llenó del Espíritu Santo, solamente en relación con tres se menciona el don de lenguas.
Pablo, que fue el autor de 14 libros del Nuevo Testamento, solamente menciona el don de lenguas en la primera epístola a los Corintios. En general, de los 27 libros del Nuevo Testamento, únicamente tres hacen referencia al tema.
¡Dios nos llena con su Espíritu a fin de darnos poder para testificar!
Podemos saber si una persona ha recibido el bautismo del Espíritu Santo; no por los dones, sino por los frutos del Espíritu.
Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, 23 mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley.
De la misma manera como Jesús recibió el Espíritu sin medida, nosotros también podemos pedir a Dios que llene nuestras vasijas hasta que rebosen. Sin embargo, primero debemos estar dispuestos a renunciar a nuestra suficiencia propia, y entregarle a Dios todo nuestro corazón.
Jesús está esperando y anhela derramar el precioso aceite del Espíritu Santo en nuestras vidas. ¿Te gustaría pedirle, en este momento, que tome posesión de tu mente y de tu corazón?
Sin ningún lugar a la duda, la mejor decisión que podemos tomar es entregar nuestras vidas en las manos de Jesús y recibir Su Santo Espíritu. No olvides que es un regalo gratuito para todos los que siguen al Señor con todas las fuerzas.