El valor de la vida

El valor de la vida

Mateo 5:21-24

21»Oísteis que fue dicho a los antiguos: “No matarás”, y cualquiera que mate será culpable de juicio. 
22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga “Necio” a su hermano, será culpable ante el Concilio; y cualquiera que le diga “Fatuo”, quedará expuesto al infierno de fuego.
23»Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 
24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y presenta tu ofrenda.  

El valor de la vida

Según el diccionario de la Lengua española, el homicidio es la muerte causada a una persona por otra y matar es quitar la vida a un ser vivo.
En esencia parecen significados bastante sencillos, y lo son. Pero en la realidad cada país del mundo tiene diferentes leyes que definen el homicidio y el asesinato de una manera distinta. 

Veamos, por ejemplo, el aborto. El feto que está en el vientre de la madre es sin duda un ser vivo. Así que solo por definición el aborto es homicidio.

Pero para el mundo de hoy la vida que ha sido dada por Dios a ese ser humano no tiene ningún valor. En la mayoría de países del mundo está legalizado el aborto bajo diferentes circunstancias, ya es algo normal que nuestra sociedad ha aceptado como un derecho.

¿Te imaginas tener el derecho de asesinar a otras personas?

Qué contraste tan grande existe entre las palabras de Dios y lo que se hace hoy en el mundo.

Para Jesús, matar a una persona no es solo quitarle la vida, sino enojarse o insultar a la persona; para Dios cualquier tipo de violencia es matar a tu prójimo. Si esto es una verdad para Dios, ¿qué nos hace creer que quitarle la vida a un feto no es matar? Es homicidio

Yo sé que esto no es popular. Pero es lo que enseña la palabra de Dios.

De continuo solamente el mal

Esta tendencia que existe hoy de despreciar la vida ocurre como consecuencia de nuestras acciones. No olvidemos que Dios a cada persona le ha dado libertad. Por lo tanto, nunca podremos culpar a Dios por las acciones de los demás y mucho menos por nuestras propias decisiones. Aun en los días de Noé ocurría lo mismo.

Y vio Jehová que la malicia de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.

Génesis 6:5

11 La tierra se corrompió delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. 12 Y miró Dios la tierra, y vio que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra.

Génesis 6:11-12

Claramente, Dios no desea que exista violencia en nuestras vidas, ni que corrompamos nuestra mente con pensamientos malos. Como dijo Jesús, solo con ofender a alguien ya lo has matado, por que es en nuestra mente donde nacen las decisiones y lo único que faltaría para llegar a la acción es la oportunidad.

Jesús es nuestro creador y sustentador. Si hay alguien que conoce el valor de la vida, es Él.

Todas las cosas por medio de él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Juan 1:3-4

Sin en aliento de vida que Jesús nos dio al nacer y que mantiene dentro de nosotros cada día, tú y yo seriamos solamente polvo. Por este motivo, la vida del ser humano es tan valiosa para Dios. Por que ha salido de Él mismo.

El poder de tus palabras

El propósito de Dios para nosotros es que seamos luz para otras personas. Que no seamos una piedra de tropiezo para otros, sino que podamos impactar positivamente la vida de los demás. (Ver episodio La luz del mundo)

Así como es de importante la vida de las personas para Jesús lo debe ser para nosotros.

Jesús quería enseñarle a sus discípulos que la violencia no solamente es física, sino también emocional, verbal y psicológica.

Para Jesús el poder que tienen nuestras palabras es el mismo que tienen nuestras acciones. Es más, Él mismo cuando creo los cielos y la tierra lo hizo con sus palabras.

Dijo Dios: «Sea la luz.» Y fue la luz.

Génesis 1:3

Claro está, Jesús es Dios y Su palabra tiene poder creador. Pero en nosotros se aplica el mismo principio. Cuando hablamos nuestras palabras reflejan una realidad existente y se pueden materializar en nosotros.

En este caso. Si hablamos mal de nuestro prójimo, estamos matando su carácter y Dios considera esto como un homicidio.

Vive tu fe

Pero este motivo debemos meditar en la forma como nos relacionamos con los demás. ¿Eres ofensivo y grosero?

¿Gritas a tu esposa o esposo? ¿Tratas mal a tus hijas o hijos? Dios no se agrada de estas cosas.

¿Eres de aquellos jefes que miran por encima del hombro a sus empleados, o que los gritas cuando se equivocan? ¿Solo puedes mandar a otros gritando y ofendiendo? Jesús no se agrada de esto.

Como el mismo dijo. Ve reconcíliate con tu hermano y luego vuelve.

Si sabes que en el pasado has fallado en este aspecto de tu vida, Jesús desea que cambies. Que corrijas los errores que has cometido, que pidas perdón a quienes hallas ofendido y que seas una persona diferente.

Permite que tus palabras sean un apoyo para los demás, que Dios pueda obrar en la vida de quienes te rodean a través de ti y no que tus palabras maten el carácter y la vida de otros.

No olvides este es el deseo de Jesús. Que hagas la voluntad de Dios en tu vida.

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