Génesis 2:18-25

18 Después dijo Jehová Dios: «No es bueno que el hombre esté solo: le haré ayuda idónea para él.» 

19 Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viera cómo las había de llamar; y el nombre que Adán dio a los seres vivientes, ese es su nombre. 

20 Y puso Adán nombre a toda bestia, a toda ave de los cielos y a todo ganado del campo; pero no se halló ayuda idónea para él. 

21 Entonces Jehová Dios hizo caer un sueño profundo sobre Adán y, mientras este dormía, tomó una de sus costillas y cerró la carne en su lugar. 

22 De la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. 

23 Dijo entonces Adán:

«¡Esta sí que es hueso de mis huesos
y carne de mi carne!
Será llamada “Mujer”,
porque del hombre fue tomada.»

24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne.

25 Estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, pero no se avergonzaban.

Ayuda idónea

Este importante episodio de la historia de la humanidad ocurrió durante el sexto día de la creación.

Nuestro planeta se encontraba en la cúspide de la perfección donde reinaba una santidad, una paz y una armonía difícil de imaginar para nosotros hoy. Esta perfección era posible gracias al poder de Dios, que durante cada día de la creación procuraba que todo fuese hecho de la mejor manera.

Además de esto, Dios preparó para Adán un jardín especial en Edén que él pudiese llamar su hogar. Este jardín estaba diseñado para satisfacer todas las necesidades que Adán pudiese tener. Tenía una fuente ilimitada de alimentos que según el relato Bíblico eran mucho mejores que los alimentos que tenemos hoy.

También había un río con cuatro brazos que regaba toda la región, piedras preciosas abundantes y por sobre todo el árbol de la vida en el centro del jardín que le proporcionaría a la humanidad vida eterna si eran fieles a Dios.

Es más, Dios ya había dicho en cinco ocasiones diferentes al finalizar cada día de esa primera semana, que las cosas creadas eran buenas a sus ojos. Pero a pesar de toda esta perfección, Dios vio que había algo que no estaba bien.

18 Después dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo: le haré ayuda idónea para él.

Génesis 2:18

Ayuda al mismo nivel

En su sabiduría, Dios vio que no era bueno para el hombre, estar apartado y por su propia cuenta a pesar de todas las cosas materiales que tenía a su alrededor. Por lo tanto, la solución a este problema era crear a alguien que fuese una ayuda idónea para Adán.

Lastimosamente, las palabras “ayuda idónea” no le hacen justicia a lo que Dios quiso decir en el idioma original. Dios quería crear alguien que ayudaría a Adán, y ese alguien sería igual a él, tendría su misma naturaleza y estaría al mismo nivel.

La compañía y la ayuda que ambas personas tendrían al estar juntos era la solución al problema.

No es bueno que el hombre este solo

Cuando estamos solos todas las adversidades se hacen más difíciles, y aunque podemos atravesarlas por nuestra cuenta, la realidad es que entre dos todo se hace más fácil.

Adán nunca podría haber disfrutado de la creación de Dios a menos que tuviese alguien a su lado con quien apreciar la vida. Pero esto era algo que Adán tenía que descubrir por su propia cuenta.

Notemos que al crear a la mujer, Dios no puso a dormir a Adán inmediatamente, sino que le trajo todos los animales delante de él para les pusiese un nombre.

Dios ya sabía que no era buena la soledad, pero Adán mismo tenía que reconocerlo y ver la necesidad de tener a su lado alguien que lo ayudara.  Dios quería que Adam suplicara por ayuda.

En la naturaleza, Adán pudo observar que todos los animales tenían una compañía única y que esa unión los complementa y les permite ser mejor que si están solos. Adán comprendió que la vida no llega sola, sino de a dos, y que sin esa compañía estaría solo y apartado por toda la eternidad. Sin amor. Adán entendió que esa compañía era más importante que él mismo, porque sin ella no habría vida.

Y puso Adán nombre a toda bestia, a toda ave de los cielos y a todo ganado del campo; pero no se halló ayuda idónea para él.

Génesis 2:20

La primera bendición

Seguramente Adán sintió mucha tristeza al ver como todos animales tenían una ayuda idónea para ellos, mientras que él estaba completamente solo. Y Ahora sí, Adán estaba listo para el siguiente paso.

El hombre y la mujer fueron creados en igualdad de condiciones, de la misma esencia y de ninguna manera podían pensar el uno o el otro que alguno de los dos era mayor o mejor. Ante los ojos de Dios eran iguales y debían ser una ayuda idónea para ambos.

Y quiero hacer un énfasis importante en este punto. A pesar de todas las maravillas que había hecho Dios en la creación, esta unión tiene la primera bendición para la humanidad.

Y creó Dios al hombre a su imagen,
a imagen de Dios lo creó;
varón y hembra los creó.28 Los bendijo Dios y les dijo: «Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla; ejerced potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y todas las bestias que se mueven sobre la tierra.»

Génesis 1:27-28

Si el matrimonio que Dios creó fue una bendición en un mundo perfecto y lleno de paz, cuanto más lo debe ser para nosotros en un mundo como el que tenemos hoy. Verdaderamente es muy importante.

Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne.

Génesis 2:24

El verdadero matrimonio

Ahora quiero presentarte una encrucijada o como lo llama la Biblia, un misterio. Si el matrimonio es la unión entre dos personas, ¿Dónde está la segunda persona si el hombre y la mujer son una sola carne?

28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama, 29 pues nadie odió jamás a su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, como también Cristo a la iglesia, 30 porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. 31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne. 

Efesios 5:28-31

La segunda persona en el matrimonio bíblico es Dios mismo. La nueva pareja ahora cuenta como una sola carne, ya no son dos, sino uno. Pero si los dos se unen a Dios en matrimonio, es allí cuando ocurre el verdadero milagro y llega la verdadera bendición.

El propósito del matrimonio no es solamente la unión física entre el hombre y la mujer, sino también la unión que debe haber entre la nueva pareja y Dios. Este es el verdadero matrimonio.

Vive tu fe

Así como Jesús nos ha amado y ha entregado todo por nosotros, así mismo debe el esposo amar a su esposa. Y esto es posible únicamente por el poder de Dios en sus vidas. (Ver estudio bíblico El sacrificio de Jesús)

Igualmente, quien prepara el camino para superar las dificultades es Dios, quien llena el corazón de amor y permite que esta nueva unión sea duradera, es Dios.

Por lo tanto, vivan con Dios todos los días y alégrense con Su presencia. No permitan que pase un día donde las ocupaciones de esta vida les roben su tiempo con Dios. No olviden nunca que quien hace posible el milagro para que ustedes sean uno es Dios.

Caminen con Dios, de día y también de noche. Búsquenlo siempre en oración. Reclamen sus promesas y colóquenlo a Él como el primero en sus vidas. Vivan de acuerdo con la palabra de Dios. Tengan fe en su palabra y ejerciten esa fe.

Ámense con el mismo amor que Dios les ha dado, pero por sobre todo nunca olviden que la verdadera ayuda idónea es tener a Jesús en sus vidas.

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