Lucas 15: 4-10



La parábola de la oveja perdida
«¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? 
Cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso, 
y al llegar a casa reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.” 
Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.
¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, barre la casa y busca con diligencia hasta encontrarla? 
Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.” 
10 Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.

La oveja perdida



El ministerio de Jesús es un ministerio de salvación, amor y sacrificio. Al contarle esta parábola a los fariseos y publicanos, nuestro Señor les estaba contando la historia de su vida. Él es aquel que había perdido una de cien ovejas. 

De todos los planetas creados por Jesús, solo la tierra cayó en pecado al aceptar las mentiras de satanás, así que nosotros somos la oveja perdida que necesita salvación. Estudiemos la pregunta de Jesús a los dirigentes:

¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?

La respuesta a esta pregunta es sencilla: ningún hombre dejaría a las noventa y nueve para buscar a una sola oveja, quizás la busque dentro del rebaño, y mire por los alrededores si está cerca.
Pero dejar a las noventa y nueve desprotegidas en el desierto con la posibilidad de que más ovejas se pierdan o se las robe algún enemigo no tiene sentido. 

El riesgo de perder a las noventa y nueve es muy alto como para dejarlas desprotegidas mientras se busca una sola oveja.

Para Meditar

Únicamente por medio de la palabra de Dios podremos llamar y encontrar a todos aquellos que se han alejado de Jesús.

El pastor de las ovejas


Jesús no hace esta pregunta para mostrar lo normal que es hacer esto, sino como Él es el único que lo haría. Ningún hombre dejaría todo su patrimonio desprotegido en el desierto para buscar solo una oveja. Lo más lógico, humanamente hablando, sería salir del desierto con las noventa y nueve ovejas y evitar que se pierdan más. 

Pero Jesús no piensa como nosotros, a pesar de qué satanás quiere pintarnos a Dios como un ser tirano al que no le importa la humanidad, la realidad es diferente. 

Jesús no podía quedarse en el cielo sabiendo que estaríamos aquí esclavos del pecado, Él hizo lo que ningún hombre haría. Sacrificó todo lo que tenía asegurado en el cielo, aun la salvación de los otros mundos para rescatarnos. (Ver episodio De tal manera amó Dios)

Si Jesús hubiese perdido su batalla contra satanás, el pecado hubiese reinado en el universo y muchos otros mundos habrían caído en la misma condición en la que estamos nosotros.

Solo un pecado separaba al universo del caos total. Fue por este motivo que satanás intentó con tanto esfuerzo hacer caer a Jesús en pecado

Perdidos en el mundo


Antes de Jesús estábamos perdidos y engañados, creyendo que este mundo, y esta vida que tenemos, es lo único que existe, Pero no es así.
Si creemos en Jesús, y aceptamos su sacrificio en nuestras vidas por fe, recibiremos este hermoso regalo de la salvación, y seremos rescatados de este mundo cuando Cristo venga en su poder y su gran gloria.

Jesús es quien nos libertó del pecado. Solo Él podía hacerlo, y contra todos los pronósticos lo hizo, así que gracias Dios por Jesús. 

La parábola de la dracma que se perdió, simboliza algo similar a la oveja perdida; pero tienen algunas diferencias.
Quien buscó y salvó a la oveja perdida fue Jesús, pero quien busca a la moneda que se ha perdido dentro de la casa es la mujer. 

La dracma perdida


Una dracma es una moneda de plata griega de similar valor al denario romano y también equivalía a un día de salario. En esta parábola, la dracma simboliza a la persona que está perdida en el mundo y que no tiene a Jesús en su vida.

Notemos que aunque la moneda está perdida no pierde su valor. Para Dios nuestro valor sigue siendo el mismo desde que nacimos. Y somos tan valiosos para Dios, que Jesús dio su vida para salvarnos de este mundo.  

En la Biblia, una mujer simboliza a la iglesia de Dios, la esposa de Jesús. Así que la mujer somos nosotros, la iglesia de Dios. Cuando uno de nosotros se pierde en el mundo, es la mujer la que se da cuenta de que hace falta una moneda, y es ella quien debe buscarla con diligencia.

Buscando a la moneda y la oveja perdida.


Veamos como dice Jesús que se debe hacer la mujer para encontrar la dracma:

¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?

La mujer enciende la lámpara, que es un símbolo de la palabra de Dios, barre la casa y luego busca con diligencia. Esto implica que no la va a encontrar en la primera barrida, sino que necesita hacerlo las veces que sea necesario hasta encontrarla. Y Cuando la encuentra, se regocija con sus amigas.

Si queremos encontrar a todos los hijos de Dios que están perdidos en el mundo, debemos encender nuestras lámparas. Debemos ir a la biblia y proclamar sus verdades con toda nuestra fuerza. Como estudiamos en el episodio anterior, vivimos en un mundo lleno de falsas enseñanzas y de maestros falsos.

Y mientras el pueblo de Dios está siendo engañado y está perdido en las falsas doctrinas del mundo, es nuestra obligación buscar con diligencia a todos aquellos que pertenecen a Jesús. 

Vive tu fe


Por eso hoy quiero invitarte a que participes en esta obra y busques a aquellos que se han alejado de Jesús. Enciende la luz de la Biblia todos los días y estudia con diligencia las enseñanzas de nuestro Dios. No permitas que pase un solo día en el que la luz del evangelio no alumbre en ti.

Cuando levantas a Jesús y sus enseñanzas en tu vida, las demás personas verán a Jesús en ti, y aquellos hijos de Dios que están en el mundo encontrarán a Jesús por tu testimonio. 

Que gran gozo habrá en el cielo aquel día, cuando Jesús en su gran gloria regrese a buscar a todos aquellos que nos habíamos perdido en el pecado 

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