Juan 3:1-10

Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, dignatario de los judíos. 
Este vino a Jesús de noche y le dijo:
—Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Le respondió Jesús:
—De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.
Nicodemo le preguntó:
—¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?
Respondió Jesús:
—De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. 
Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es. 
No te maravilles de que te dije: “Os es necesario nacer de nuevo.” 
El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu.
Le preguntó Nicodemo:
—¿Cómo puede hacerse esto?
10 Jesús le respondió:
—Tú, que eres el maestro de Israel, ¿no sabes esto?

Es necesario nacer de nuevo

En este pasaje de las escrituras tenemos el encuentro de Nicodemo y Jesús. Nicodemo era un fariseo que pertenecía al sanedrín, la corte suprema de los judíos.
Los fariseos eran una secta o partido religioso conservador y formaban parte de los 3 grupos religiosos que dirigían la nación.

El hecho de que Nicodemo buscara a Jesús de noche, nos dice la lucha espiritual en la que se encontraba
Él sabía que Jesús era enviado por Dios porque sus obras y milagros así lo demostraban, pero las expectativas que él tenía del Mesías eran muy diferentes a las que Jesús cumplía para él. Nicodemo no entendía como Jesús no acaba con los romanos y le daba el poder a los judíos. 

Pero Jesús no había venido a esta tierra a conquistar imperios, Jesús es el rey del universo, todo lo que existe fue creado por Él y le pertenece. Así que su objetivo no era venir a conquistar lo que ya era suyo, su objetivo era conquistar los corazones de las personas y abrir un camino para la salvación. Darnos una oportunidad de vida eterna. 

Un discípulo a escondidas

Las convicciones y las ideas que tenía Nicodemo en su mente le impedían apreciar a plenitud las enseñanzas de Jesús. Él no podía negar que Jesús era el hijo de Dios, pero sus falsas expectativas se convertían en una piedra de tropiezo para seguirlo de verdad.

A pesar de la duda que tenía, Nicodemo buscó a Jesús para hablar con Él. Pero no lo hizo de día como lo hacía la multitud que seguía a Jesús, sino que lo busco de noche para que sus compañeros fariseos y los demás dirigentes no lo acusaran de seguir a Jesús. Nicodemo seguía a Jesús en secreto, con miedo que las demás personas se dieran cuenta. 

Lo que él no sabía, es que Jesús conocía sus pensamientos, así que no le hizo caso a los halagos iniciales de Nicodemo, sino que paso directamente a enseñarle. Le dijo:

De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.
Juan 3:3

Nicodemo no entendía lo que Jesús estaba diciendo, él estaba tomando la enseñanza de Jesús como una enseñanza terrenal y no espiritual. 

De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es. 
Juan 3:5-6

Por medio del Espíritu

Jesús quería enseñarle a Nicodemo que él debía nacer de nuevo espiritualmente, dejar de lado todas sus expectativas y seguir a Jesús con fe, sin miedo a lo que dijeran las personas. Nicodemo debía aceptar el llamado de Jesús, bautizarse y luego el Espíritu Santo trabajaría en su corazón para poco a poco moldear su carácter como el carácter de Jesús. (Ver estudio bíblico: El Bautismo) 

Este nacer de nuevo del que habla Jesús es algo que solo puede ocurrir en nosotros como un resultado de la obra del Espíritu Santo, de otra manera sería imposible. Y este trabajo que hace el Espíritu Santo en nuestras vidas es algo que no podemos ver con nuestros ojos, ocurre paso a paso y día a día, en nuestros corazones. Es una obra milagrosa que solo Dios puede hacer.

Es por esto que debemos permitirle a Dios obrar en nosotros. Dios nunca va a ir en contra de tu libertad. Él siempre aceptará las decisiones que tomes, pero si le permites trabajar en tu corazón podrás experimentar este nuevo nacimiento del que habla Jesús.

Vive tu fe

Si aún te cuesta creer en las palabras de Jesús, como le sucedía a Nicodemo, te invito a que ejercites tu fe. No tengas temor de lo que digan los demás. No olvides que la fe viene por el oír de la palabra de Dios. Así que enfócate en conocer a Jesús y seguir sus palabras.

Si Jesús nos promete un nuevo nacimiento es porque lo va a hacer en nosotros. Nuestra preocupación no debe ser entender como va a ocurrir ese nuevo nacimiento. Porque así como no vemos el viento, pero lo podemos sentir. De la misma manera, si lo permitimos, el Espíritu Santo obrará en nosotros y cambiará nuestras vidas. (Ver estudio bíblico: El Espíritu Santo)

De un carácter duro y tosco pasaremos a ser humildes como Jesús. Si hay egoísmo, recibiremos el deseo de compartir las bendiciones que tenemos con otros.

Y así, paso a paso, este nuevo nacimiento se convertirá en nosotros una realidad.  No olvides que para poder ver el reino de los cielos, es necesario nacer de nuevo, y ese es un trabajo que solo el Espíritu Santo puede realizar en ti.

Así que busca a Dios con fe, pídele cada día que te ayude a creer y a vivir una vida nueva.  Una vida donde Jesús sea lo más importante para ti.  

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