El infierno

El infierno

Una de las cosas que más aleja a las personas de Dios es una comprensión errónea de lo que enseña la Biblia sobre el infierno.

¿Cómo puede un Dios de amor gozarse en tener a millones de personas sufriendo por la eternidad siendo quemados y torturados?. Esta imagen de Dios parece más bien la de un tirano que la de un Dios de amor.

¡Gracias a Dios por la revelación de Su Palabra! En ella encontramos la respuesta a esta y muchas otras dudas en cuando al infierno.
Antes de iniciar esta lección, te invitamos a que ores a Dios para recibir de Su parte sabiduría al estudiar Su Palabra.

Dios destruyó a Sodoma y Gomorra con fuego eterno; la misma clase de fuego que destruirá a los impíos en el infierno.

En estos versículos, la Biblia establece claramente que los impíos serán arrojados en el lago de fuego, el día del juicio en el fin del mundo, no cuando mueren.

Esto quiere decir, sin lugar a dudas, ¡Que nadie está en el infierno ahora!

La justicia más elemental requiere que nadie sea castigado hasta que su caso haya sido decidido en el juicio. La gente es recompensada o castigada en la segunda venida, no antes. (Ver lección: La segunda venida de Jesús)

¡Vengo pronto!, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.

La Biblia nos asegura que los impíos que han muerto permanecerán en la tumba hasta la resurrección en el fin del mundo.
Ellos oirán la voz de Jesús llamándolos y saldrán de sus tumbas, no del fuego del infierno.

El infierno y la muerte segunda


El castigo por el pecado no es la vida eterna en el infierno ardiente, sino justamente lo contrario, la muerte. Todos morimos la primera muerte (Hebreos 9:27), pero la Biblia enseña que la muerte que sufrirán los impíos en el infierno, es la segunda muerte.

Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

Todos los seres humanos que mueran serán levantados de la primera muerte para castigo o recompensa; pero no hay resurrección para la segunda muerte. Es definitiva.
Por lo tanto, si el castigo por el pecado es el tormento eterno en el infierno ardiente, entonces Jesús no pagó la penalidad por el pecado.

Los conceptos del limbo o del purgatorio no se encuentran en las Escrituras. Esta es otra doctrina falsa que se enseña sin ningún fundamento Bíblico.
La Biblia enseña que solo hay dos alternativas, la vida eterna o la muerte eterna.

Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal,

Los impíos en el infierno se convertirán en humo. Solamente quedarán las cenizas.

A pesar de que la cultura popular, y las tradiciones religiosas enseñan que el infierno es un lugar en el centro de la tierra a donde van los impíos una vez que mueren. La realidad es totalmente diferente.

El infierno ardiente estará sobre la superficie de la tierra y no en lo profundo del planeta.

¡No! En vez de estar a cargo del infierno, el diablo será arrojado en el fuego. Finalmente se tornará en “cenizas sobre la tierra”. Dios dice acerca de Satanás, “para siempre dejarás de ser”.

Con tus muchas maldades y con la iniquidad de tus tratos comerciales profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra ante los ojos de todos los que te miran. 19 Todos los que te conocieron de entre los pueblos se quedarán atónitos por causa tuya; serás objeto de espanto, y para siempre dejarás de ser.

Después que el pecado, los pecadores y todo sea destruido en la tierra, el fuego se apagará. No arderá a través de los siglos. Un tormento de fuego eterno, haría imposible la eliminación del pecado.
El plan de Dios es aislar el pecado y destruirlo, no es perpetuarlo. Apocalipsis 21:5 dice, “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas”.

Muchos creen que el alma nunca muere, pero Dios dice en dos ocasiones, “El alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:4, 20). Así que de acuerdo con las Escrituras, los impíos serán destruidos en el infierno ardiente, tanto en alma como en cuerpo.

El propósito del fuego es destruir a Satanás, a sus ángeles malignos, y al pecado. Si rechazo apartarme del pecado, tendré que ser destruido con él; porque si el pecado no es destruido, contaminaría nuevamente al universo.

Dios no puede soportar la idea de destruir a quienes ama. “El Señor… no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9). Constantemente les dice, “Volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis?”(Ezequiel 33:11).

Destruir a las personas es tan extraño para Dios, que el fuego del infierno es llamado su “extraña obra”. Dios lo intenta todo en su deseo de salvar a la humanidad. Antes de ser destruida, cada persona impía admitirá que Dios ha sido justo (Romanos 14:11).

¡No! El fuego que nunca se apaga no puede extinguirse. Sin embargo, cuando ha quemado todo, se apaga.

Por ejemplo, en Jeremías 17:27 se advirtió que si el pueblo de Dios no era fiel, Él encendería un fuego en Jerusalén que “no se apagará”.
Y las Escrituras declaran que esta profecía ya se ha cumplido. “Y quemaron la casa de Dios, y rompieron el muro de Jerusalén, y consumieron a fuego todos sus palacios… para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías” (2 Crónicas 36:19, 21).

Aquel fuego no se podía apagar hasta haber consumido todo; entonces se apagó. No está ardiendo todavía, sin embargo, la Biblia lo llama un fuego que nunca se apagará.

Debemos siempre dejar que la Biblia se explique por sí misma. Podemos ver en este versículo, que Sodoma y Gomorra fueron destruidas con fuego eterno como un ejemplo del infierno; pero esas ciudades no están aún ardiendo.

Estas ciudades se convirtieron en cenizas y no siguen ardiendo eternamente. El fuego es eterno no porque dure ardiendo por la eternidad, sino porque la consecuencia del fuego, es decir, lo que consume, lo que quema es consumido para siempre.

Así que es eterno en sus consecuencias, y lo que destruye, lo destruye para siempre.

También condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente.

No. Jonás estuvo en el vientre del gran pez por tres días y tres noches (Jonás 1:17), aun así dijo “para siempre”. ¡Estoy seguro de que él sintió como si fuera una eternidad!

La palabra griega en Apocalipsis 20:10 traducida “por los siglos de los siglos” es “aion”, de donde obtenemos nuestra palabra eón. Con frecuencia esta palabra representa un período de tiempo no especificado, limitado o ilimitado.

Las palabras “por siempre” son utilizadas 56 veces en la Biblia para referirse a algo ya finalizado. En un caso, “para siempre” describe la vida de un esclavo fiel (Éxodo 21:6), y en otro lugar, “para siempre”, se refiere a 10 generaciones (Deuteronomio 23:3). Respecto al ser humano, “para siempre” frecuentemente significa “todos los días que viva”.

22 Pero Ana no subió, si no dijo a su marido: Yo no subiré hasta que el niño sea destetado, para que lo lleve y sea presentado delante de Jehová, y se quede allá para siempre.

28 Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová.

Sobre las cenizas de este mundo purificado, Dios creará nuevos cielos y una tierra nueva. Jesús promete gozo, paz y felicidad indescriptible para todas las criaturas vivientes, por toda la eternidad.


¡No! La promesa de Dios es clara y específica. El pecado no se levantará nuevamente.

Si su hijo llegara a ser un asesino insensible ¿sentiría usted que debería ser castigado? Probablemente sí. Pero, ¿quisiera usted que fuera quemado vivo, en terrible agonía, aunque sea por un día? Por supuesto que no.

Usted no podría soportarlo. De igual manera un Dios de amor no puede soportar que sus hijos sean torturados. Eso sería peor que lo peor de todas las atrocidades de las guerras. ¿Es Dios así? ¡Por supuesto que no!
Un infierno de tormento eterno sería insoportable para Dios y totalmente opuesto a Su carácter de amor y justicia.


El hombre rico y Lázaro


Muchos han utilizado la parábola del hombre rico y Lázaro para tratar de demostrar que las personas van directamente al cielo o al infierno al morir.
Esto nunca fue la intención de Jesús al utilizar esta historia. La palabra que Jesús usó para “infierno” es “Hades”, un lugar de tormento en la mitología griega. Todos los judíos escuchando este discurso habrían entendido que Jesús estaba usando un mito reconocido para ilustrar un punto.

Si miramos más de cerca a Lucas 16:19-31, rápidamente veremos que esta parábola está llena de símbolos que Jesús nunca quiso que tomáramos literalmente. Veamos:

  • ¿Van todos los salvos al seno de Abraham? No.
  • ¿Conversarán unos con otros las personas que estén en el cielo y en el infierno? No. 
  • ¿Refrescaría una gota de agua en la lengua de una persona el ardor del infierno? No.
  • ¿Decide Abraham quién se salva y quién se pierde? No. 

Si no oyen las escrituras


De la misma manera, esta parábola no puede ser utilizada para enseñar que la gente que muere antes del día del juicio, en el fin del mundo, irá directo al cielo o al infierno al morir. Juan 12:48 declara, “La palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero”.

Por lo tanto ¿qué significa esta parábola? El hombre rico era un símbolo de la nación judía, se gozaba con las Escrituras mientras que el mendigo en la puerta, que representaba a los gentiles, estaban hambrientos por la Palabra.

Jesús concluyó la parábola con la observación de que “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos” (Lucas 16:31). En efecto, más adelante Jesús levantó de los muertos a un hombre llamado Lázaro, y la mayoría de los líderes judíos aun así no creyeron (Juan 12:9-11).

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